No fue una sorpresa, y sin embargo,
quise pasar el mal trago nuevamente.
Esta vez se me antojó casi dulce
oírte decir las mismas cosas que me aniquilaron,
que luego negaste y que ahora das por evidentes.
Paradojas…
¿Qué coño he de hacer ahora?
¿Sentirme culpable por haber estado ciego de amor,
por no querer abandonarte aun sufriendo,
por intentar tratarte como una frágil joya
temiendo que en cualquier momento quebraras?
No me arrepiento de nada.
Al contrario que tú,
me enorgullezco de cada momento pasado a tu lado
porque
SÍ,
fui sincero.
Fui YO, incluso
cuando hasta yo dudaba
si continuaba siendo el mismo
o un engendro metamorfoseado,
adaptado a un medio peligroso.
Mentiría si negara que, en cierta manera,
disfrutaba siendo tu pañuelo de lágrimas.
Quizá hoy disfrutara por la misma razón.
La desazón de antaño devuelve un aroma de melancolía.
Pufffffffffff
¡Ya sé que no tengo remedio!
6-5-2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario