viernes, 6 de mayo de 2011

Ya lo sabía

No fue una sorpresa, y sin embargo,

quise pasar el mal trago nuevamente.

Esta vez se me antojó casi dulce

oírte decir las mismas cosas que me aniquilaron,

que luego negaste y que ahora das por evidentes.

Paradojas…

¿Qué coño he de hacer ahora?

¿Sentirme culpable por haber estado ciego de amor,

por no querer abandonarte aun sufriendo,

por intentar tratarte como una frágil joya

temiendo que en cualquier momento quebraras?

No me arrepiento de nada.

Al contrario que tú,

me enorgullezco de cada momento pasado a tu lado

porque

SÍ,

fui sincero.

Fui YO, incluso

cuando hasta yo dudaba

si continuaba siendo el mismo

o un engendro metamorfoseado,

adaptado a un medio peligroso.

Mentiría si negara que, en cierta manera,

disfrutaba siendo tu pañuelo de lágrimas.

Quizá hoy disfrutara por la misma razón.

La desazón de antaño devuelve un aroma de melancolía.

Pufffffffffff

¡Ya sé que no tengo remedio!



6-5-2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario