miércoles, 22 de junio de 2011

Farewell

I.
Me voy.
Regreso.


II. Mudanza
Envio de sesenta kilos de despojos.
Restos de la vida que ha pasado.
Trofeos que llevaré conmigo,
recuerdos.

También herramientas de a diario,
montones de papeles de coleccionista
de notas impresas y músicas calladas
o músicas en lata, plastificadas, rígidas.

Ropas usadas casi al extremo
que buscan mejor vida o mueren en el intento.
Rayas que cruzan a cientos camisetas
convertidas casi en marca personal.

Las cajas vagan entre el correo de miles,
los muebles son donados o arrojados a la vía.
La casa va quedando vacía de adornos
y ruge cada vez con un eco más fuerte
como respuesta a las últimas palabras o notas
que suenan entre sus blancas paredes.


III.
Parece mentira que mire melancólico este simple sandwich de queso...
¡Echaré de menos la comida en Holanda!
A todo se acostumbra uno.
De todas formas, no puede competir
con un pan de millo con chorizo de Teror.

Últimos días de panekoeken y stroopwaffel,
pato asado, sweet pork y thai curry.
Me concedo los postreros caprichos
y repito en los restaurantes favoritos.
Saboreo una vez más los gustos de los platos
que saquearon mis expectativas
y aportaron nuevas dimensiones
a mis casi vírgenes al picante papilas.

Pero lo más importante es con quién compartir
estas agridulces cenas de despedida.
Bocados que se mascullan entre historias
de hazañas pasadas y anécdotas divertidas.
Tras la cuenta llegan los abrazos de:
"Hasta pronto, eres alguien especial"
Todo queda en el aire, en el deseo del reencuentro.


IV.
Del cálido abrazo que precede al desapego,
del último contacto físico antes de la ausencia,
de la lágrima emocionada y el apretón contenido
guardaré recuerdo eterno, como tesoro personal.

Un lustro de aventuras, de vivencias compartidas
con personas procedentes desde Brasil a China,
cuatro continentes condensados en La Haya,
en nuestra escuela... nuestra maravillosa burbuja.
La alegría crecía a júbilo en su compañía,
una cerveza que se alza, un reparto de baraja.
Las penas dolían menos a medida que se contaban.

Terminar los estudios se convierte en la aguja
que explota la pompa, infla la incertidumbre
apaga la lumbre y la maleta en canal raja.
Las cosas quedan esparcidas y de orden faltas.
Organizar las ideas es ahora la prioridad.