¿Por qué estalla un tequiero en mi mente,
espontáneo, transparente, sincero,
indefinido, dirigido a nadie, inocente?
Surge de la nada, en soledad. Entonces,
me acurruco dentro de mi cama y soy feliz.
No sé porque lo hago, simplemente lo siento.
No hay razón que determine el gesto.
En otras ocasiones aparece, brota
y se asienta en un nudo de garganta
que intenta explotar por la boca
y dirigirse a quien está a mi frente
compartiendo conmigo una amistosa charla.
¿Sería inoportuna la muestra de afecto
por poco convencional e inesperada?
Notar que va creciendo desde la raíz,
inflamando el pecho, hace que goces.
De repente se te humedece la nariz,
emocionado por el placer inesperado
que causa darse cuenta de lo simple
que puede ser la vida cuando se quiere.
Querer no de voluntad sino de facto,
incondicionalmente, como en un estado
donde el cariño se derrama a cada paso,
como el olor propio que deja marca.
Mayo 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario