domingo, 17 de junio de 2012

Tanga-zoo


    La cuerda que rodea su cintura desnuda se balancea al compás de sus caderas. Frente a ella un observador mira perplejo cómo sus piernas bailan un tango acentuado. Los ojos le brillan parpadeantes de lluvia nocturna, interrumpida de silueta seductora. Él se levanta y va tras la danzante con la intención de quebrar su frágil elástico, pero solo consigue tirar de él. Tras un ligero latigazo, su presa escapa desafiante a sus garras. 
      Uno tras otro corren sinuosamente entre barreras de terciopelo. El vigilante derrumba toda frontera a su paso y consigue atraparla. La acerca a su cuerpo y ambos se miran fijamente. La tensión de sus rostros se relaja en una cómplice sonrisa. Ella se suelta de sus brazos y felina, contornea su paseo hasta el interruptor. La luz se apaga. Sólo las gotas de la ventana brillan en la oscuridad de la sala. 


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