lunes, 27 de septiembre de 2010

Sabores (Octubre-Noviembre 2004)

Amargo:
La oscuridad me atraganta
y reseca mi paladar.
Quedo solitario, perdido.
Mi voz ha quedado ronca
terriblemente grave y opaca.
Nadie me escucha.

El concentrado dolor
que irradia el triste desayuno
en esta mañana de cielo cerrado,
me deja oprimido, sin salida
de una gruta de negros sentimientos.


Dulce:
Sencilla ingenuidad,
empalagosa a ratos,
que relaja tu expresión
en placenteros gestos.

Te estremece cariñosamente
en un cálido abrazo,
besa tus labios y tú,
inocente, cierras los ojos
haciendo volar tu imaginación.


Salado:
El mar entra en mi garganta
reteniendo su líquido en mi cuerpo.
La tensión se me dispara
en un soberano cabreo
que enfurece mis ojos,
mas ocurrente caigo en la gracia
de tan estúpida situación.
Ahora chistoso me río
de mis anteriores tormentos.


Soso:
Se humedece mi lengua,
sudorosa, expectante,
esperando un delicioso manjar.
Pronto se truncan mis esperanzas
frustrando lo que ansiaba sublime.
Insípido, se queda a medio camino
de lo que debería haber sido,
malogrado intento de perfección,
trabajo aún no acabado.


Ácido:
Entre el placer
y la repugnancia
me acerco distante,
en posición de defensa
para esquivar tus pesadas bromas,
que entre la gracia
y la intención del daño
me van minando de ti.
Al fin me voy acostumbrando
y entonces, soporto lo agrio
que a veces me sabes.


Picante:
Rápido ardor
que recorre mi cuerpo
y que alborota todos mis poros
hipersensibilizados ahora.
La temperatura asciende
a un desesperante deseo
incontrolable, insostenible.
Intentas aliviarlo
pero ni el mar puede sofocarlo.
El ansia debe ser saciada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario